Pensé que su intención no era la de hacerme daño, sino la de acercarse a mí, seguir hablando un poco más conmigo. Pero no pude responderle nada. Me sentía vacía de toda palabra. Le volví la espalda y regresé a casa caminandomuydespacio,deseandoquetodocuantome había dicho fuese mentira, pues ella era tan embustera... Subí mecánicamente hasta la torre para sentarme de nuevo junto a Santiago. No creí a Juana. Estaba convencida