el enfermo norteamericano pueda gozar de las psicopáticas satisfacciones autoafirmativas del ego nacional, pero sin caer tampoco en los "elementales" terrores de un posible achicharramien termonuclear. La servidumbre de tener que dar satisfacción a este ingrediente psicopatológico, a esta bestia tan ilusoria como incontrolable del ego nacional, destrozacualquierposibleracionalidadpolíticayesparticularmentedeletérea para las democracias, donde, al proveerse los cargos del Estado por medio del sufragio, difícilmente se sustraerán los candidatos a la tentación de atraerse el voto de la ciudadanía echandole la regresiva y pestilente