de la especie en cuanto tal; o sea, extrapolada de su encarnación concreta en personas singulares. El propio genocidio se arroga, a mi entender, en esa enfática peyoratividad que sobrecarga la palabra, unos derechos de monstruosidad que, en lo que es homicidio múltiple eindiscriminado,desplazanlagravedaddeloperpetradocontralasvidas personales hacia lo cometido con el abstracto de la gens, como si tachar su nombre del registro antropológico acreditase mayor tanto de culpa que acabar con aquellos que con tal nombre se mentaban.