no es posible, mediante el prepotente y agresivo recurso del insulto. No se trata siquiera -por usar la expresión de los más pésimos estetas- de romper la monotonía del paisaje; se trata de romperle de antemano y para siempre la miradaacualquierpardeojosquedeseereposarydistenderseenlaremota paz de un horizonte profundo e imperturbado. Quien haya llegado a ver el arrogante, aplastante, insultante monumentalismo de la Italia mussoliniana; quien haya visitado, sin ir más lejos,