siguiente, hubiese inventado la autocracia o el franquismo. No hay nadie éticamente más abyecto que el que induce su propia bondad o la de sus acciones de la maldad de sus víctimas o enemigos, ni nadie más bellaco que el que declara malo a aquel de cuyo daño necesita o deseadesentenderse.(Nadiepiensequetodoestosignifiquelamásmínima renuncia a opinar incluso lo peor de la institución policiaca como tal invención o excrecencia de las sociedades modernas.) Otra forma de la misma, interesada, vileza es la de quienes cuelgan la coartada moral de