el único ser que me amaba incondicionalmente. Y es posible que por eso yo fuera capaz de aquella paciencia que tanto te admiraba. Me ejercitaba con el péndulo, soportando horas de práctica, lentas y pesadas. Resistía el desánimo y el cansancioporquetúestabasamilado,depositandoenmí una confianza que, finalmente, también yo llegué a tener. Recuerdo que la noche antes de nuestra salida al campo te pregunté : "¿Y si no encuentro nada?" "Entonces