al aire y los murciélagos se lanzaban contra ella. Atrapábamos uno o dos de cada veinte lanzamientos. Los sujetábamos con miedo y asco con las alas extendidas y ellos chillaban. Luego los soltábamos... ADELA.- ¿Qué podemos hacer por ti? ¿De qué forma te podemosayudar? JAVIER.- Erni ya lo está haciendo. ERNESTO.- ¡Bah! JAVIER.- Un auxiliar de cátedra no puede costearse una mujer de lujo. Ni un Ferrari.