rostro cada mañana y oírte decir las primeras palabras cada día. EMILIA.- (Emocionada, casi deslumbrada.) ¡Oh, Lalo!... Eso es lo más bonito que te he oído desde que nos conocimos y a los dos minutos me dijiste: «Me encantaría acostarmeconusted»... EDUARDO.- ¿Tardé tanto? ¿Dos minutos? EMILIA.- Siempre serás un fanfarrón. EDUARDO.- Lo único que todavía hace latir mi corazón