habías abandonado. Un día se fue Josefa y así desaparecieron los pocos cuidados que ella prestaba a la casa. Yo me encargué de regar el jardín y de cortar la mala hierba. De esa manera entretenía mi absoluta soledad. Una fuerza mayor hacía quetodaslascosassefuerandeteriorandoparalelamente a las personas. De aquel tiempo ha quedado en mi memoria, además de vuestro olvido, un polvo espeso, los cubos, palanganas y cacerolas que Agustina dejaba para siempre debajo