en un tablero sustentado por dos caballetes y tres chicas la miraban hacer con evidente hastío. Las cuatro se volvieron hacia el balcón cuando me vieron entrar por tan poco convencional pasaje y la señora obesa esbozó un gesto de alarma. --Estoycolocandolaantenadelatele--meapresuré a decir--. ¿Dónde está la toma? La señora obesa me indicó un orificio en el zócalo en el que estuve metiendo el dedo hasta que juzgué prudente emprender la retirada.