nos dieron alcance en el cuarto de las herramientas, donde me había detenido a buscar frenéticamente la vela que confianzudo había tirado por no estimarla ya necesaria y sin la que no me veía con ánimos de adentrarme de nuevo eneltruculentotúnel.Ydefijonoshabríanapresado y quién sabe si arrojado a las fauces flamígeras de una caldera o turbina para que nos calcináramos entre horrorosas convulsiones si en aquel preciso instante no hubiera surgido del prolongado sepulcro la comunidad religiosa