sabiendo que el ir en calzoncillos restaba toda credibilidad a mis protestas. Afortunadamente, eligió ese instante María Pandora para prorrumpir en gemidos lastimeros y nuestra atención hubo por fuerza de concentrarse en ella. La tapamos con el edredón para que no se nos acatarrase y dedicamos unos minutosacelebrarconsulta.Yoseguíasiendopartidario de ponerla en manos de un facultativo, pero a la Emilia esta idea no acababa de hacerla feliz. --No sabemos --dijo-- lo que hay detrás de todo