! ADELA.- (Vuelve a reír.) No me había acercado a un piano desde la última vez que estuve aquí. ERNESTO.- No te disculpes, hermanita. Te queremos. Lo hemos soportado perfectamente. (Se ha acercado y, alzandola envilo,giraconella.Adelaríe.)¿Sabes?Sihubieraencontrado una mujer como tú, quizá me habría casado. ADELA.- Mal hecho. Hay demasiados hombres atractivos por ahí. Te hubiera abandonado.