colgaba un pompón hecho de serpentinas amarillas. --¡Qué cosa más rara! --exclamé. --¿Quién habrá cometido semejante profanación? --dijo la Emilia. --Pronto lo vamos a averiguar --dije yo. Proseguimos la marcha y acabamos tropezando conunapareddeladrilloquecegabaeltúnel.Una simple ojeada me bastó para comprobar que los ladrillos eran de imitación y que en los vértices que la pared formaba con el túnel no había polvo ni telarañas. --