la consabida lentitud de los trámites burocráticos, habían impedido que surtieran el efecto apetecido las innumerables instancias que a todas las jerarquías judiciales y de otra índole yo con infatigable regularidad cursaba y hecho que mi estancia intramuros del manicomio contase ya seis largos años en los albores primaverales a que he aludido. Tesitura esta que, aun amarga, no me privó de percatarme de que de súbito mi compañero se callaba. Transcurridos unos minutos y extrañado de su silencio, cuchicheé: