palabras se descorrió ligeramente la cortina de plástico y, sin que mediara aviso, recibí en los ojos un chorro de champú que me dejó ciego. Retrocedí, tropecé con un utensilio sanitario no identificado y me caí de espaldas. Antes de que pudiera levantarme, una rodilla me aplastóelpechoyunamanomojadameatenazóla garganta. Braceando en las tinieblas conseguí asir un pedazo indiferenciado de carne resbaladiza, pero asaz dura. --Las manos quietas --me conminó