alguno en la decoración. Más inexplicable se me hizo el que el sofá que el señor Ministro había despanzurrado para sacar de sus entrañas el maletín apareciera ahora intacto. Me asaltaba ya el temor de haberme equivocado de habitación cuando percibí en la alfombra un punto blancoquesemeantojósignificativoyque,sometido a más atento examen visual, resultó ser una pluma blanca. No había error: estaba en la habitación correcta, pese a ocuparla ahora otro individuo que,