no volver a salir jamás. Pasó el tiempo y la marea imperceptible, pero incesante, de lo cotidiano fue desplazando mi desdicha hasta dejarla anclada en el limbo de la memoria que equidista del dolor y el olvido. Sin que mediara preaviso se levantó el anciano y sedirigióarrastrandolaschancletashastasuescritorio, abrió un cajón, revolvió los papeles que allí había y regresó a su asiento trayendo en la palma de la mano un sobre amarillo. La Emilia se revolvió en
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ARRASTRARI - Llevar por el suelo, llevar consigo al marcharse.