- ¡Si me diste una alegría tan grande! VICTOR.- Pero era un engaño. Porque estaba decidido a no regresar aquí, a la salida de la cárcel...Pero la tentación de verte aunque sólo fueran unos minutos era demasiado fuerte... MIRIAM.-Tambiényodeseabaverte,tonto,aunquenovolvieras a casa. ¿Sabes lo que hice? Me leí todos tus libros. No entendía la mitad de las cosas pero no me salté ni una línea. Ya ves, no los quemé como me habías aconsejado.