y los voy a tener que tirar. --Acabamos de cenar --le dije--, pero me bebería con gusto una Pepsi-Cola bien fresquita, si la tiene. Se colgó del hombro la bayeta, metió medio cuerpo en la nevera y acabó informandonos de que se le habíanagotadolasexistencias.Parecíaapuntode echarse a llorar y la Emilia, en un rapto de ternura, accedió a tomarse un vermouth blanco. Cuando el dueño del bar lo hubo servido se amorró a la botella