atenerse. TEO.- El profesor dijo también que a Quique nunca le faltaban veinte duros, que manejaba pasta. ANA.- En definitiva, qué solución te dio. TEO.- Ninguna. Sólo me dijo: «Entérese si su hijoandabaconlajeringa.Esoaclararíaloscircuitos por los que habría que buscarle». ANA.- ¡Un imbécil! No conoce para nada a mi hijo. TEO.- Y tú... ¿le conoces