abyecto que el que induce su propia bondad o la de sus acciones de la maldad de sus víctimas o enemigos, ni nadie más bellaco que el que declara malo a aquel de cuyo daño necesita o desea desentenderse. (Nadie piense que todo esto signifique la más mínima renunciaaopinarinclusolopeordelainstituciónpoliciacacomotal invención o excrecencia de las sociedades modernas.) Otra forma de la misma, interesada, vileza es la de quienes cuelgan la coartada moral de sus bestialidades, ya no de la política, sino de la sociología, diciendo que el