idea... si nuestra idea merece tanta...", y dejaba ahí la frase interminada, como desfallecida, como exhausta; pero quedaban, sin lugar a dudas, en el aire, gravitantes, las palabras omitidas: "tanta muerte, tanto padecimiento, tantadestrucción".Senotabatambiénqueunciertotactopersuasivole había hecho elegir idea, mejor que lucha, como la había llamado el capitán. Se me había hecho una concesión: se había admitido la posibilidad de que aquello -su idea, su lucha- pudiera ser, en algún grado, materia