empujones por la presidencia de un entierro. Y hasta el cuplé se ha hecho eco del clásico conflicto entre la familia pobre, pero buena, que ha acogido al difunto con amor y lo ha atendido hasta el fin de sus días, y la familia rica,peromala,quehabiéndolonegadoydespreciadoenvida,avergonzandose de él y de su torpe aliño indumentario, intenta, tras la muerte, volver a hacerlo suyo cuando corona póstuma de gloria ha hecho su nombre título de orgullo y timbre de prestigio para el linaje que lo pueda proclamar