la propia gratificación catártica que, en una civilización dominada por la mentalidad expiatoria, aportan a las almas el sufrimiento y la persecución. Y cuando a ello se agrega el prestigio de una sigla con larga ejecutoria, con vitola de antigua, indómita, mortífera e implacable golpeadora,quemultiplicatantoelincentivodeaportarnuevasacciones a su sangriento palmarés como la autoridad y la convicción que las respaldan, ya puede imaginarse lo imperioso de la inercia que empecina a una tal institución en continuar rodando por sí misma.