, del presunto patrimonio es el pueblo. ¿Y quién es ese mozo?, habría de preguntar. Mas no parece sino llenárseles la boca con la palabra pueblo, con ese repelente concepto adulatorio, a aquellos mismos que andan tan felices con la noción de patrimonio cultural ysemuevencomoelpezenelaguamanejandolacategoríacomplementaria de valor histórico-artístico, como si tal categoría -estrictamente jurídica, me importa subrayarlo- no tuviese que ser, por la fuerza de las cosas, tan bárbara, tan brutal y tan inculta como la propia situación económica a