ella la que llegaba, me sorprendiera escondida, como una ladrona, robando una información que me pertenecía más que a nadie. Pues estaba convencida de que era yo quien más apreciaba a Bene en la casa. Pensé que debí haber tomado la iniciativa y preguntar,obligarlasaesclarecermetodasaquellasoscuridades con las que envolvían la figura de la muchacha. Aunque sabía muy bien que ellas sólo me darían las respuestas que consideraran adecuadas para una niña, es decir, que