al fracaso más terrible y más escandaloso de la confesión cristiana y de su Iglesia. Cierto que la Cristiandad aumentó como nunca desde la Edad Antigua el territorio de la fe y el número de los fieles, pero las meras dimensiones demográficas y territoriales son criterios demagnitudtanbuenosparamedirimperioscomodiscutiblespara evaluar religiones. El hecho es que nos encontramos con que la colonización de América, en funesta combinación con el establecimiento de los portugueses en las costas del Africa occidental, comportó, en plena égida