del infierno, tan curiosamente parecida a la de las muchedumbres arrastradas y enfrentadas al horror postrero en cierta pintura escatológica, predominantemente alemana, del siglo XVI, como El triunfo de la muerte, de Brueghel el Viejo. Si tal actitud o acción habilitada y anticipada como instrumento idóneo paraimponerseasímismosunaconcepciónprescritayhacerse fuertes en la convicción deseada no excluye la posibilidad de llegar hasta la muerte misma (como es el caso de los Estados que la tienen como última pena en su código penal), su efecto será tanto más contundente e