quieren, por tanto, sernos despachadas como Fatalidad y como Destino, contra los que sería temeridad, locura y aun pecado tratar de sustraerse o sublevarse. Ante lo cual, uno se siente tentado a preguntar: ¿cui prodest?, ¿a quién beneficia el afándeimponerlarealidadcomoFatalidadylafacticidadcomoDestino? Permitaseme repetir el aforismo que ya escribí en otro lugar y a otro respecto: la leal recomendación "ajustate a los hechos" conlleva siempre, deslealmente embozado, el mensaje subliminar "doblégate al más fuerte".