él --dando algún que otro empujón a la muchedumbre-- se dirigía bamboleante hacia la salida. Betina se detuvo y, al hacerlo, rompió con su estupor la rueda del baile, el ritmo vibrante y excitado de la música, en medio de las protestas de cuantos la rodeaban.Luego,cuandodespacioypreocupadase asomó al vestíbulo, ya no pudo distinguir a Jano en la oscuridad húmeda y completa del jardín. No pudo seguirlo. Quería confirmar con sus propios