silbidos de alguien que avanzaba tarareando una canción. Betina no llegó a responder a la última pregunta de Jano. Se puso de pie repentinamente, cogió la bicicleta y, montando en ella, se perdió tras la curva del camino en dirección al balneario. Jano aún no se habíarepuestodelaescapadafugazdelamuchacha cuando volvió a reparar en los pasos y en los silbidos, que ahora sonaban a su altura, mucho más nítidos. También él se había puesto de pie y observaba