de su lado. Los ojos, en cualquier caso, que ella tenía cuando la perdió. Jano colocó unos instantes la fotografía en la pequeña estantería, al lado de unos libros. Y notaba cómo podía más la obsesión que la fotografía le producíaqueladulzuradeltiempoquerepresentaba, la dulzura de la luz prealpina --era el lago de Garda-- circuyendo su rostro. La fotografía descansaba junto a los libros como una frágil hoja seca que estuviera a punto de