brotaba con densidad la música. Volvió al jardín y terminó de escuchar, rodeado por la soledad de la noche, toda la melodía, que le subyugaba por su bella insistencia. Creyó hallar en aquella música el punto medio que las posturas de AdrianaydeMarescunolehabíanproporcionado. Al final, cesó la música y --dormido profundamente su dueño-- el disco continuó girando locamente, no se detuvo, mientras producía un sonido monótono y estridente. Jano creyó presentir