Texto contextualizado: |
había dedicado en sus Leyendas un cuento titulado «Tres fechas», que arrancaba las lágrimas. En una palabra, tener vocación era una noción confusa, pero también por eso mismo romántica. Y sobre todo llevaba implícita una decisión. La que se metía monja lo hacía porque le daba la gana. Y además la gente no hablaba mal de ella, ni se burlaba, ni la compadecía. Los padres o el novio podían llorar porque la echaban de menos. Pero más bien se la admiraba. ¿Pasaba lo mismo con las solteras? Evidentemente no. De las |
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