Texto contextualizado: |
veces: «Hija, a mí Dios me dé un hombre que sea capaz de llevarme las maletas.» Quién sabe si este cliché no arrancaría, como tantos, de alguna escena de película rodada en bulliciosa y cosmopolita estación de ferrocarril, donde se viera a la protagonista corriendo sofocada, sin más bagaje que su bolso, detrás del hombre alto que, a pesar de llevar una pesada maleta en cada mano, la precedía ágilmente a varios metros de distancia sin perder la serenidad ante los altavoces que anunciaban la inminente salida |
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