Texto contextualizado: |
buscar tu amor me equivoqué Debes de saber que ni tú ni yo nos comprendemos. Y ése es el error que ahora con dolor pagamos los dos. El estribillo con que, a modo de moraleja, se cerraban aquellas lamentaciones zanjaba la cuestión --poco esclarecida por lo demás-- declarando que eran diferentes porque Dios lo había querido así. Quedaba la duda de si la voluntad divina se empecinaba en aquel caso particular, o si extendía su maldición a todos los descendientes de Adán y Eva. De todas maneras --era |
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