luz, que manaba a la izquierda, entre unos árboles que no pudo identificar, pero que eran muy espesos de copa y estaban sobrecargados de frutos. Jano continuó su observación con detenimiento y reconoció en seguida a Francesca. Vio su rostro en unodelosángelesdeBotticelliquegirabanenla rueda. Y aquel otro ángel de perfil seguro, bien delineado, que parecía arrancado de la Incoronazione della Vergine, también de Botticelli, ¿no era el de Adriana?