, atmósfera de azules desteñidos, corrosión de aguas marinas y de cielos tormentosos, ácidos y quemantes amarillos... Santos, vírgenes y monstruos se mezclaban abrumadoramente produciendo en el espectador un extraño desasosiego. Un demonio melenudo y un sol estrellado, del color de la tierra recocida, saltaban ygirabansobreunamasapastosadeazuleshumedecidos y oscuros. Una mujer de negriverde túnica y de manto rojizo y calcáreo alzaba sus brazos sobre una muchedumbre de cadavéricos rostros, de cuerpos envueltos en