Jano a quien ella había visto entre la muchedumbre, pero la rápida huida de éste y la oscuridad de la noche detuvieron a Betina en el umbral del edificio. Y allí se quedó, apoyada en el dintel, pensativa, mientras la rueda de la danza y de la música girabadenuevoenlanoche. Jano había regresado apresuradamente al balneario. El viento frío y silbante que soplaba del lago despertó su mente y agudizó su dolor, aquel dolor antiguo que él