avivar en Jano el recuerdo de la muchacha, la sensación de aquella mejilla tan tersa y ardiente que le había derrotado bajo las enormes ramas semidesnudas de los chopos. La pasión, la pura pasión, parecía volver a abrirse pasoensusvenas.Lapasiónquehabíasidocortada de tajo un día en un manicomio de los alrededores de Milán. La pasión contenida y cegada de los días en Monteoscuro. Sintió una profunda necesidad de ver a Betina, de estrechar