un ángel con el rostro oscuro lleno de soledad y de amor, con los ojos llenos de lumbre gozosa; como tú, lumbre gozosa...» Jano recordaba ahora con precisión por qué no llegó a echar esta carta inacabada al correo; esta cartaque,sinembargo,aúnconservabaentrelos papeles que no rompió al partir. Hoy veía que toda ella era como un gran símbolo, como un enorme monumento que ocultaba la descarnada realidad de los hechos. Escribía a