del otoño, vivo aún en sus mercados y lleno de fúnebre intensidad junto al río, cuando vio el atardecer morado desde la puerta de la Biblioteca. Ahora las calles estaban vacías y desconsolados los pequeños huertecillos de cada casa; vacíos de frutos losperalesylosmanzanos,queconservaban todavía algunas de sus hojas enrojecidas. Recorrió las calles de la parte baja y luego, con el viento en contra, subió hasta el castillo. Toda la parte antigua --tan viva