a las ferias y, sobre todo, nos llevaban de excursión a los campos cercanos. Ahora habíamos crecido y aún nos seguían llamando "los niños". Santiago iba al colegio, pero yo seguía llevando la misma vida de siempre. Claro que ahora era Bene quien programaba yguiabanuestrassalidas.Y,segúnparecía,sólo le interesaba un lugar: los eucaliptos. Nuestras excursiones en nada se asemejaban ya a aquellas otras, luminosas y alegres, en las que nos entregábamos a inocentes ocupaciones.