la caída de la tarde, era sagrada, estuviera sólo o acompañado; era la que le preparaba para un descanso nocturno que complementaba, a la mañana, con un buen paseo después del copioso desayuno inglés. La circulación solía ser cambiante pero fluida. Muchasvecesnisiquieraintentabainventaruna historia sobre alguno de los viajeros, porque era su transcurso, ese pasar y pasar, lo que le procuraba satisfacción. Era en verdad una sensación placentera, pues cuanto más se