ojos, este azar bastaría para señalarle y desatar contra él a los perros de la noche. Volvió a ponerse en marcha, felicitandose por su anterior renuncia a tomar aquella copa y fumar aquel cigarro pero temiendo a la vez desembocar deprontoantelalinternainconfundible.Avanzaba a grandes zancadas de sus piernas temblorosas. Estuvo a punto de echar a correr cuando su mente reprodujo con enfermizo verismo el chirrido de los goznes y el inmediato halo de luz triangular arrojado