ni desolación lo que le acongojaba sino algo tanto más imperioso que hubiera deseado no existir por no recibirlo, algo oscuro como un grito conocido y atroz. Brotaron las lágrimas, descontroladas, al percibir el sordo, solitario estremecimiento que lo siguió. Abandonaelbutacónaprisa.Avanzaconlos brazos abiertos. Apoya ambas manos en el marco de la puerta. Miedo vertical. Se aferra. Vuelca el peso del cuerpo en ambas muñecas. Deja colgar la cabeza.