que lo había cubierto de sequedad y desidia y desteñido sus colores naturales. Ahora el viento, poco a poco, barrería aquel velo pero cuando lo consiguiera --pensó-- la luz se habría escondido tras las montañas; sería llegado el momento de encender las lámparas dentro de casa yalejarlaoscuridadalexterior.Sinembargo --pensó-- ese espacio de tiempo iba a ser el mejor del día; y ahora, con el sol rozando las crestas, miraba satisfecho a la carretera que corría