ambos fijos en él-- alzo mi copa --había alzado su copa-- por la indignidad que conduce a la satisfacción de los placeres terrenos, por la alegría de renegar --concluyó-- de cuantas reglas nos obliguen a ser gentes de bien. --Ylosaplausosdelaparejaatronaronconciego estrépito y risas ofuscadas. ¿O no había sido así? Le costaba recordar aquella escena de la que, como de otras, sólo guardaba retazos y sensaciones mal mezcladas,