no un mundo que despierta sino un cliente con el que hay que regatear. Su política con Rusia -pienso no sólo en los socialdemócratas como Brandt y Schmidt sino en los conservadores como Giscard- ha sido y es un gigantesco autoengaño. Lo esencial hasidosalirdelpaso,asegurarotroañodedigestión pacífica y ganar las próximas elecciones. Hay una desproporción que no sé si llamar cómica o trágica entre esta cordura municipal y las decisiones que exige el presente. Sin